LA HIPOCRESÍA CRISTIANA 2 parte.

 EL FRACASO DE SER UN HIPÓCRITA EN NUESTRA FE



Sigamos profundizando en este estudio sobre la hipocresía cristiana de la cual ninguno de nosotros se escapa en menor o mayor grado.
Si no has leído la primera parte de este estudio te recomiendo que lo hagas pinchando en el siguiente enlace:  
LA HIPOCRESÍA CRISTIANA 1 parte.

Lo importante es averiguar donde somos hipócritas para poder arrepentirnos sinceramente y abrazar la redención de una manera real y pura, antes morir presa de nuestra propia falsedad religiosa para castigo eterno. El Señor no paro de enseñar sobre este tema:

Luc 12:1
En estas circunstancias, cuando una multitud de miles y miles se había reunido, tanto que se atropellaban unos a otros, Jesús comenzó a decir primeramente a sus discípulos: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía. (LBLA)

El Señor hace énfasis en que lo que realmente tenemos que temer es la hipocresía camuflada en la religiosidad. La hipocresía es algo contagioso que empieza con cosas pequeñas y acaba por destruirlo todo. El hipócrita tiene la convicción de que su actuación no será descubierta, pero Dios ha dicho que hará todo lo necesario para destapar a estos actores:

Luc 12:2-3
Porque nada hay encubierto, que no haya de descubrirse; ni oculto, que no haya de saberse.
Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.

Estas personas son víctimas al pasar por alto el aviso del Señor al hacer la comparación de la hipocresía con la levadura, la cual se añade en pequeñas proporciones y acaba leudando toda la masa.
El Señor avisa que la hipocresía empieza con cosas pequeñas que aparentemente son insignificantes y que poco a poco van infectando nuestra manera de ser y comportamiento; son pecados sutiles, pero muy presentes en nuestra vida, que si no los atajamos y nos arrepentimos de ellos acaban por convertirnos en los fariseos de los que habla nuestro Señor.


En relación con la hipocresía, los pecados tales como
las palabras fingidas, el amor fingido con motivos ocultos, los pecados ocultos... así es como empieza la hipocresía actuando poco a poco para acabar en convertirnos en engañadores y mentirosos de primera clase, pues la levadura de la hipocresía acaba afectando todas las áreas de nuestra existencia y la persona acabara envuelta totalmente en el humo de la hipocresía.

Este pecado siempre empieza con cosas pequeñas, en la medida que una persona se va acostumbrando a fingir y a mentir, en la medida que una persona se acostumbra a fingir el cristianismo sin que esa realidad este presente en su corazón.
Aún los verdaderos creyentes debemos de luchar con todas nuestras fuerzas contra este pecado y no dejarnos llevar por la tendencia de aceptar esa actitud de falsedad en nuestra vida, sea cual sea el área y ámbito de nuestra realidad que toque.


En el momento que un creyente acepte la hipocresía en su vida está fracasando, pues este pecado acaba apoderándose de nosotros. Esta hipocresía comienza cuando no somos lo que proclamamos ser y hay que fijarse en estos peligros de una manera especial.
La hipocresía comienza cuando queremos excusarnos a nosotros mismos por faltas que hayamos podido cometer, cuando no somos honestos con nosotros mismos, cuando empezamos a no aceptar lo que dice la Palabra de Dios para nuestras vidas y no nos comparamos con ellas para ver nuestras faltas.


Somos muy propensos a esta tendencia del autoengaño y por ello debemos de examinarnos a la luz de la Palabra y dejarnos con mansedumbre corregir por ella, pues es nuestra única herramienta válida para detectar el pecado del que hablamos y cambiar nuestra actitud al respecto:

2Ti 3:16-17 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.

Cuando aprendemos sobre estos temas y empezamos a pensar en otras personas en términos de hipócrita y no en que podamos ser nosotros, los falsos es una muestra clara de hipocresía por nuestra parte, pues el hipócrita siempre ve la paja en el ojo ajeno y no ve su viga.

Mat 7:35 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?
 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?
¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano.

Una de las características de los hipócritas, es  que les lleva a actuar como lo hacen es que no tienen temor de Dios

Mat 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Rom 3:18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.

Al hipócrita no le da miedo fallarle a Dios y pecar, sino que su temor es para con los hombres y los que ellos pudieran hacerle u opinar de sus vidas.

Sus ojos siempre están centrados en el hombre y rigen su vida y su valor personal por las opiniones de los demás, buscando su aceptación y el reconocimiento de los hombres, mientras que el verdadero creyente es teocéntrico se preocupa por su relación con Dios y por encima de todo de respetar la voluntad de Dios, su gloria y honra, es la persona que le preocupa fallarle a Dios.

Tristemente, a día de hoy hay muchas iglesias antropocéntricas que no se preocupan de agradarle a Dios sino a los hombres y así están llenas de personas hipócritas.

Cristo es muy claro que si nosotros mostramos temor por los hombres en de vez de Dios es señal clara de nuestra hipocresía y, en cambio, si nuestro temor es por Dios, no tenemos nada que temer en ningún sentido.

Mat 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
Mat 10:29 ¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro Padre.
Mat 10:30 Pues aun vuestros cabellos están todos contados.
Mat 10:31 Así que, no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.

Estas son las evidencias del fracaso de tener temor de los hombres y no de Dios:

Lo primero que tenemos que preguntarnos es que si somos nosotros aquella persona que teme más a los hombres que a Dios, pues el hipócrita ni se hace esa pregunta.

1-Si nos doblegamos ante la presión del grupo(del hombre, familia, compañeros de trabajo, amigos) por miedo a ser diferentes, se van a conformar a las opiniones de los demás cuando tengan que elegir entre la opinión de Dios y la de los hombres por miedo a ser rechazados.

2-Cuando somos controlados por el deseo de agradar al hombre y esto nos lleva a hacer cosas para no perder su aceptación, su apoyo, su aprobación.
Esta cualidad se muestra, entre otras cosas, cuando estas personas usan si hace falta elogios falsos para agradar a los hombres.
Nuestro Señor hacía todo lo contrario y solo se movía para agradar al Padre y jamás al hombre.

Mar 12:14 Estos fueron y le dijeron:
—Maestro, sabemos que tú dices la verdad, sin dejarte llevar por lo que diga la gente, porque no hablas para darles gusto. Tú enseñas de veras el camino de Dios. ¿Está bien que paguemos impuestos al emperador romano, o no? ¿Debemos o no debemos pagarlos?(DHH)

3-En ocasiones hay personas que distorsionan este hecho y piensan que por agradar a Dios pueden tomar decisiones al margen de su Palabra y no se sujetan a su voluntad.

La persona que viven para agradar a los demás viven enredados en una trampa mental porque su equilibrio emocional y su autoestima depende de la aprobación de los demás(compañeros de trabajo, pareja, hijos, amigos) y eso es un terrible error porque esperan de los hombres lo que solo Dios puede dar y se quedan estancados en un vacío emocional en su frustración por querer caerles bien a todo el mundo.

Nuestro gozo como creyentes es que toda nuestra felicidad es sabernos, aceptos en Cristo, herederos del Padre y de su reino, y que en el nombre de nuestro Señor somos más que vencedores sobre todas las cosas, pues estaremos con Él para siempre.


5-Otra característica de la persona que busca la aprobación de los demás quieren que los demás lo ven como una persona exitosa que es capaz de hacer las cosas bien y tiene terror porque hablen mal de él y lo critiquen. Estas personas incluso se ofenden por ofensas imaginarias y son hipersensibles a las cuales no se les puede decir nada; sin duda estas personas son antropocéntricas y han caído en ese tipo de hipocresía.

6-La mentalidad antropocéntrica usa la mentira como algo cotidiano para justificar sus fallos delante de los demás.

7-La envidia, los celos, es un pecado completo alojado en el corazón de los hipócritas, pues cuando ven a alguien mejor que ellos tienen miedo a sentirse pequeños a los ojos de los demás.

8-Los hipócritas viven con una máscara en la iglesia, se muestran como creyentes con falsa piedad, pero luego al salir de la iglesia su vida es opuesta a lo que dicen ser y su miedo es que algún día sean descubiertos de su falsedad.

9-Estas personas son muy peligrosas, pues levantan muros a base de mentiras y se esconden detrás de ellas y a su vez espían a los demás para descubrir los pecados de los demás, para no temerles tanto y aumentar su autoestima.

Esta enseñanza solo se puede aplicar a nosotros mismos, y si nos damos cuenta de que mostramos alguna de estas evidencias, es bueno darse cuenta de que no estamos controlados por Dios, sino por el temor a la gente y a sus opiniones.
Si es así, el enemigo de nuestras almas está usando el temor a los hombres para hacernos pecar continuamente, porque tenemos miedo a que nos ridiculicen, nos den la espalda, no nos aprueben o incluso que acaben con nosotros a los cuales el Señor dijo:

Mat 10:28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.

Nuestro motor para vivir correctamente es temer realmente a Dios, estar a cuentas con Él, preocuparnos por cumplir con su voluntad en todas las áreas de nuestras vidas, pues es Dios el que controla todas las cosas, preocuparnos por agradarle, por su honor, por su gloria. Si no tenemos temor de Dios y al contrario tememos más a los hombres que a Dios mismo, estamos condenados al fracaso total de nuestra alma y nuestro fin es la condenación eterna.

A pesar de todo lo dicho, si nos hemos sentido acusados en nuestra conciencia de ser hipócritas en menor o mayor manera, es bueno que sea así, pues eso es señal de que hay vida en nosotros. Corramos a los pies de Cristo en arrepentimiento y fe, y encontraremos el perdón y la restauración que necesitamos. En Cristo está la fuerza para vencer cualquier pecado, acudamos, pues al trono de la gracia por el oportuno socorro y no cerremos nuestro corazón a lo que dice el Señor:

Isa 1:18 »Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto —dice el SEÑOR—. Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana.(NTV)

Carlos J. Martínez-Estudio basado en las notas sobre las conferencias sobre "LOS FRACASOS" del pastor y profesor Thomas Montgomery.


ENLACES RELACIONADOS:LA HIPOCRESÍA CRISTIANA 3 PARTE

Comentarios

Entradas populares de este blog

SEIS PREGUNTAS BÍBLICAS A MIS AMIGOS CATÓLICOS

Justificación y Santificación – 2a parte.-Obadiah Sedgwic