Acordaos de la mujer de Lot(Lucas 17:32)

Hace ya mucho tiempo que compartí en mi perfil público unas notas que tomé del maravilloso libro de J.C Ryle "La Santidad naturaleza, obstáculos, dificultades y raíces" y quería compartirla de nuevo en formato Blog por ser más cómodo de leer para que las personas que no lo leyeron tuvieran la posibilidad de hacerlo, ya que el Facebook es muy incómodo para leer textos. 


                                   Luc 17:32 Acordaos de la mujer de Lot.

Es una solemne advertencia hecha por nuestro Señor y no debemos de olvidar de que no hablaba con incrédulos ni con los fariseos, hablaba con sus apóstoles.
No les pide que se acuerden de Abraham, ni Jacob, ni de Moisés, ni de Ana, Ruth....solo señala a alguien que se perdió para siempre. 
Para entender esta enseñanza y lo que tiene que ver con nosotros analicemos varios puntos que rodeaban la vida de la mujer de Lot.

1-LOS PRIVILEGIOS RELIGIOSOS QUE DISFRUTABA LA MUJER DE LOT.
A pesar de vivir con grandes hombres de fe de su época, los cuales eran privilegiados para su tiempo, sabiendo que el mundo entero en ese momento estaba sumido en la más pura tiniebla y los pueblos que les rodeaban solo practicaban el paganismo y la adoración a dioses falsos, ella pudo ver la fe verdadera con sus propios ojos y ver las obras de Dios en sus siervos.

La mujer de Lot vio la fe de Abraham y como obró conforme a su fe en verdad y rectitud, vio a Melquisedec dando el pan y el vino a Abraham, vio a los ángeles que le dieron la promesa de la descendencia de Isaac, vio como su esposo fue milagrosamente salvado por Abraham y en última instancia vio nuevamente a los ángeles venir a avisarla para que salvara su vida y nada de eso cambió su corazón, pues lo que ella amaba y sus anhelos pertenecían al mundo y no a Dios; su religión era como un atuendo que se ponía para contentar a su marido, solo era una cortina de humo, un disfraz.

Las buenas compañías no salvan a nadie, escuchar las mejores predicaciones no salvan a nadie, tener acceso a la mejor doctrina y conocimientos no salvan a nadie. Nada de esto sirve para nada, sin la gracia del Espíritu Santo en los corazones; nada ni nadie sustituye a Cristo en nuestro corazón como salvador.

2-EL PECADO DE LA MUJER DE LOT.
La mirada atrás de la mujer indicaba la situación real de su corazón y vemos como los pequeños detalles son los que muestran la realidad de nuestra alma(Mateo 5:28).
El mandato de Dios a través de su Ángel es muy claro:
Génesis 19:17 Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas.

Cuando Dios habla debemos de obedecer sin cuestionar:

1Samuel 15:22 Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. 
1Samuel 15:23 Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de Jehová, él también te ha desechado para que no seas rey. 

Ella pensó y dudó de que Dios fuera a destruir Sodoma, realmente creyó que no hacía falta una huida tan repentina(Heb 11:6).
Desde el momento que alguien se cree más inteligente que Dios y que sus advertencias están vacías, su alma estaba grave peligro.
Sus ojos estaban donde estaba su corazón:

Stg 4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios. 
1Jn 2:15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 

Podemos hacer muchas cosas bien en nuestra vida cristiana, muchas buenas obras y llevar una doctrina y prácticas muy ortodoxas dentro de la iglesia, pero si tenemos amor por el mundo moriremos como la mujer de Lot.
Podemos aparentar celo religioso, pero nuestro anhelo estar en otro lado, nuestra mente puede ocuparse en la mundanalidad y engañarse con prácticas religiosas.
El mundo y la vanidad de la vida es un gran escaparate que compite ferozmente por conquistar nuestro corazón contra Dios y así llevarnos al infierno.

Luc 9:62 Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios.

3-EL JUICIO DE DIOS SOBRE EL PECADO DE LA MUJER DE LOT.

Dios castigó con una fulminante muerte repentina el pecado de la idolatría del corazón de la mujer de Lot. 
Dios puede castigar severamente a las personas que pecan deliberadamente contra Él, como hemos visto otra vez y así lo hizo con Faraón, Con Coré, Datán, Abirám, AnanÍas y Zafira....etc.

El autoanálisis es muy necesario para sacar de nuestra vida y nuestra mente los ídolos del corazón y desechar el amor al mundo y la vanidad de esta vida, de nuestro centro de existencia.

Estas preguntas nos ayudarán a analizar nuestro corazón:
1-¿No te importa la 2 venida de Cristo? 
Está tu corazón ocupado en guardar bienes y tesoros en la tierra, estás ocupado siempre en cosas vanas y vives como si Cristo no fuera a volver nunca?.... Si es así acuérdate de la mujer de Lot.

2-¿Eres un Cristiano tibio y frío?

Hay cristianos que sirven a dos señores, se esfuerzan por mantener una amistad con Dios y con el mundo queriendo agradar a los dos. Si este es tu caso... acuérdate de la mujer de Lot.

3-¿Vacilas entre dos opiniones y te sientes inclinado a volver al mundo?

Hay que aún teniendo cierto temor de Dios, se ha cansado de comer maná y de caminar por el desierto, perdió la visión espiritual y el sentido de su salvación. Si eres de esos, acuérdate de la mujer de Lot.

4-¿Mantienes en secreto algún pecado que te lastra? 
Hay muchas personas así que llegan lejos en su vida religiosa y hacen muchas cosas correctas pareciendo miembros del pueblo de Dios.
Pero siempre atesoran algún hábito maligno que son incapaces de extirpar de su corazón.
La mundanalidad, la codicia o lascivia se ocultan en ellos, adheridas como una segunda piel. Están dispuestos a destruir todos sus ídolos a excepción de este. Si eres alguien así, hoy te digo más que nunca... acuérdate de la mujer de Lot.

5-¿Juegas con pequeños pecados?
Muchos defienden las grandes doctrinas esenciales del evangelio y evitan toda disposición flagrante o transgresión manifiesta a ley de Dios, pero son dolorosamente negligentes en lo referente a pequeñas incoherencias y dolorosamente propensos a excusarlas. Corremos el mismo peligro de perdernos por los pecados grandes que por los pequeños.

6-¿Confías en tus conocimientos religiosos? 
¡Por desgracia muchos son los que lo hacen!. No son ignorantes como sucede con otros creyentes, conocen las diferencias entre la doctrina verdadera y la falsa. Pueden debatir, razonar y argumentar, son capaces de citar textos bíblicos; sin embargo, no están convertidos y siguen muertos en sus delitos y pecados.

7-¿Presumes de tu procesión religiosa y, sin embargo, te aferras al mundo?
¡Muchos son así!, desean que se les considere cristianos, van a la iglesia, actúan como creyentes, pero paralelamente su atuendo y forma de vestir, sus gustos, sus compañías y sus entretenimientos hablan abiertamente que pertenecen al mundo.

8-¿Confías en que te arrepentirás en el lecho de muerte?
Hay muchos que saben que no son lo que deberían ser, no han nacido de nuevo y están destinados a muerte, pero se consuelan pensando que, cuando llegue la enfermedad final, tendrán tiempo para arrepentirse y aferrarse a Cristo, olvidando que muy a menudo la gente muere repentinamente.

9-¿Eres miembro de alguna iglesia y eso te da seguridad?

¡Por desgracia muchos son así!, oyen sermón tras sermón, domingo tras domingo y permanecen duros como piedras de molino. Mantienen su banco para oír a sus predicadores favoritos como a su vez mantienen sus pecados predilectos.
Si eres así... acuérdate de la mujer de Lot.

Rogando a Dios que estas exhortaciones sirvan quizás para que alguna alma perdida vuelva a estar a cuentas con Dios y no quede postrada en el desierto hecha estatua de sal.

Resumen y notas parafraseadas de una pequeña porción de libro “La Santidad” de J.C Ryle.

Carlos J.Martínez